viernes, 26 de abril de 2013

Tus Ojos Dentro Mío


Después de esas palabras tortuosas, de esos encuentros momentáneos y breves de acuerdos parciales en la conversación. 
Después de admitir lo que nos pasa, después de mirar para adentro asustados, después de pasar por todas las posibilidades, después de entender que no debía ser así, después de poner las cartas sobre la mesa, después de tener la seguridad de que no íbamos a resolver nada…

En esto de que no te conozco… pero te siento.

Entendé que con cada palabra tuya, te fuiste abriendo paso en mi. 
Que con cada historia, con cada situación, creaste un puente, un umbral, un lazo conmigo. 
El mismo que se hizo más fuerte al besarnos, al tocarnos, al sentirnos.

Y yo traté de silenciarlo, de apagarlo, de romperlo. De complacerme simplemente. Y no dejo de descubrir (sonriendo) que el modo en que te disfruto es tan absoluto, tan necesario, tan primitivo incluso…
Bañada en este hambre de vos, nos encontramos enredados y revolcándonos rabiosa y deliciosamente. Embriagada de sensaciones, cierro los ojos y hecho mi cabeza hacia atrás por un momento y cuando al volver abro los ojos, y me encuentro con los tuyos, con una sonrisa, mientras estas dentro mío…  me embobo. Porque me doy cuenta que es maravilloso. Porque quiero eso. Y no tenía idea.
Y te dejo hacer, porque así es mi entrega… total.

Escribo como si me faltara el aire, con vorágine y vértigo.

No me importa ya, lo que diga tu cabeza. O la mía. Porque saber que en algún punto tu corazón dice lo mismo... me regala algo de paz.

Ya no corras, por favor.

Por Sabrina Cintora Vaschetto.