No le
digan, que no sepa. Que al apretar mis labios, recuerdo sus besos. Que guardo
su sabor en mi saliva…
No le
cuenten, que sus ojos son el paisaje mejor.Que no
sepa, que su mirada es mi edén.
Con esa
sonrisa maravillosa, ese contemplarme fijo. Ese extrañarlo tanto y hacerlo
carne.
Esos besos
lentos… ¡tan suaves! … llenos de
palabras, llenos de momentos. Su lenta tentación, su invasión deliberada. No le
digan que es cierto. Que no sepa que lo logra.
Que tiene razón,
que necesitamos tiempo.
No le
digan, no le cuenten, que me reconcilie conmigo al dejarlo entrar.
No le
cuenten, que lo veo cuando cierro mis ojos. Que lo traigo tatuado en mis
pupilas.
No le
digan, que la sonrisa que traigo lleva su nombre. Es mi secreto.
Ni que
camino satisfecha, con cierto calorcito en mí. No le cuenten, que soy suya todavía.
Aún cuando no lo sepa. No lo despierten.
¡No lo aviven!
¡No lo aviven!
Esas manos
en mis manos, esos ojos en mis ojos, esa piel en mi piel… ¡Esa boca en mi boca!
Es magia, pero no lo cuenten...
¡No le digan!
Es magia, pero no lo cuenten...
¡No le digan!
Porque temblé
al sentirlo, tan llena de alivio. Tan llena de necesidad satisfecha.
No le
cuenten, por favor, que su ausencia, mas
que borrarlo, lo dejó clavado en mí.
¡No le
digan!
Que ahora
que puedo tocarlo, y lo siento mío por un instante, voy a disfrutarlo en
penumbras, aún cuando nuestro vínculo sea así, surrealista.
Porque ese
beso que guarda en su boca, ese que me dio cuando me miró al entrar… ese beso,
señores, ha sido uno de los reclamos más crudos y claros que recibí.
¡Que no sepa!
Fuego balsámico a tanta tortura censurada.
¡Que no sepa!
Fuego balsámico a tanta tortura censurada.
Descubrí
que logró calmarme… pero ¡No le digan!
Ya no me
deja en guerra, estoy en paz conmigo.
Porque lo
que soy cuando estoy con él, y lo que es él cuando está conmigo… Señores, no
tengo palabras.
Pero... ¡que
no lo sepa!
Por Sabrina Cintora Vaschetto.
Por Sabrina Cintora Vaschetto.